Los Dioscuros: los hermanos gemelos Cástor y Pólux, hermanos mayores de Helena de Troya. Participaron en la mítica expedición de los Argonautas y liberaron a su hermana cuando Teseo la raptó llevándosela a Atenas.Murieron emboscados poco antes del inicio de la guerra de Troya, para alivio de los Frigios, aunque se decía que Zeus los había convertido en estrellas. Se les consideraba patrones de los marineros.
Hace algún tiempo encontré esta imagen en internet. Esta fenomenal escultura en bronce de los Dioscuros estaba ubicada en la embajada Alemana de San Petersburgo antes de la guerra. No se que suerte corrió, pues no he encontrado ninguna información sobre su paradero actual si es que aun existe. Os propongo que, si tenéis un rato, tratemos de encontrar pistas sobre su paradero.
Muchas gracias.
viernes, 24 de febrero de 2012
jueves, 23 de febrero de 2012
Hace 2000 años
Hace 2000 años existía una civilización espejo de la nuestra, un rincón de lo que iba a ser el futuro rodeado por un mundo arcaico, poblado por razas semisalvajes, testigos de lo que había sido el hombre durante decenas de miles de años. Esta civilización se extendió formando lo que conocemos como el Imperio Romano, construyendo carreteras cómodas y seguras que unían las principales ciudades del imperio, con acueductos para abastecerlas de agua, con teatros, coliseos, hipódromos, bibliotecas, escuelas, balnearios... en fin, la base de nuestra civilización: para mi es lo mismo, la única diferencia radica en que gracias a los avances de la ciencia tenemos mejores instrumentos para llevar a cabo el mismo tipo de vida que llevaban ellos. El mundo griego les regaló el amor por el arte y la cultura: asimilaron los mitos griegos y los enriquecieron, copiaron con gran maestría las esculturas , perdidas hoy en día, de los grandes escultores griegos y en la arquitectura, hay que reconocerlo, fueron innovadores y utilizaron el arco y el cemento.
Un ciudadano romano tenía su villa ,como hoy nosotros nuestro pisito en la costa, hacía turismo, principalmente a grecia, tenía sus ídolos gladiadores y cuadrigas, como hoy nosotros en el fútbol, por ejemplo, aprendían latín y griego....en fin, cuanto más me adentro en ese mundo encuentro más similitudes.Ese mundo duró unos mil años si contamos la larga etapa de engrandecimiento y también el largo declive.
Cuando Augustulo fue depuesto , ya nada quedaba del espíritu de aquella civilización, venían por delante más de mil años de oscuridad , de olvido, y solo las ruinas nos dan testimonio de un pueblo que vivió un sueño moderno hace dos mil años, como nosotros ahora. A veces me pregunto como seríamos hoy en día si el imperio no hubiera desaparecido. Espero que hayamos aprendido la lección.
Un ciudadano romano tenía su villa ,como hoy nosotros nuestro pisito en la costa, hacía turismo, principalmente a grecia, tenía sus ídolos gladiadores y cuadrigas, como hoy nosotros en el fútbol, por ejemplo, aprendían latín y griego....en fin, cuanto más me adentro en ese mundo encuentro más similitudes.Ese mundo duró unos mil años si contamos la larga etapa de engrandecimiento y también el largo declive.
Cuando Augustulo fue depuesto , ya nada quedaba del espíritu de aquella civilización, venían por delante más de mil años de oscuridad , de olvido, y solo las ruinas nos dan testimonio de un pueblo que vivió un sueño moderno hace dos mil años, como nosotros ahora. A veces me pregunto como seríamos hoy en día si el imperio no hubiera desaparecido. Espero que hayamos aprendido la lección.
sábado, 11 de febrero de 2012
Nuevo diseño
Con el espíritu del nuevo año empiezo el blog con un nuevo diseño, más dinámico y actual, que espero que sea del agrado de todos ustedes. El contenido ,en principio, seguirá en su grueso tratando sobre la mitología clásica sin olvidar a los grandes compositores de música clásica y algún aderezo de opinión de la actualidad. Por favor, comenten que les parecen los cambios. Muchas gracias.
jueves, 9 de febrero de 2012
Minos, Radamanto, Eaco y Triptolemo.
Escribo estas lineas precipitadamente movido por la rabia y la decepción tras enterarme de que el tribunal supremo de España ha condenado al juez Garzón a once años de inhabilitación, que es lo mismo que decir que han acabado con él como juez que era. Si hay algo peor en este país que el estado de nuestra economía es justamente la justicia y los que, como decía Platón , se arrogan el nombre de jueces. ¿Donde están los jueces proverbiales: Mino, Radamanto, Eaco y Triptolemo?, tendremos que esperar a que nos llegue la hora final para encontrarlos en el Hades, de momento aquí tocar seguir en manos de esta burla.
lunes, 6 de febrero de 2012
La guerra de Troya: Ifigenia.
Cuando las tropas se disponían a zarpar, cansadas ya de tan larga espera mientras se reunían todos sus efectivos, el viento, motor de las cóncavas naves, dejó de soplar de una manera repentina. Al principio, Agamenón pensó que se trataba tan solo de un suceso circunstancial , pero las semanas fueron pasando lentamente y el viento no aparecía. Los caudillos empezaron a ponerse nerviosos y solicitaron a Agamenón que pusiera un tiempo límite a esa espera, pues al fin y al cabo, tanta espera no era normal y podía ser que la causa de todos estos retrasos fuera que los Dioses estaban a favor de Troya , y no era cosa para nada deseable enfrentarse con los habitantes del Olimpo.
Así, el rey , temiendo que la explicación dada por sus caudillos fuese cierta, consultó a su mejor adivino, Calcante, sobre cual podía ser el motivo de que el viento hubiera cesado de tal manera. No le gustó la respuesta de Calcante: en efecto, los Dioses estaban irritados con Agamenón, pero no por luchar contra los Troyanos, sino porqué en una cacería durante su estancia en Áulide mató a una cierva que era propiedad de los Dioses y para colmo, se regodeó de ello. Si quería ser perdonado por tal afrenta solo había un medio, hacer un sacrificio, pero un sacrificio especial: debía ofrecer a los Dioses a su hija Ifigenia.
La primera reacción de Agamenón fue licenciar la tropa y salvar a su hija, ya que no estaba dispuesto a llegar hasta este extremo para satisfacer sus ansias de poder. Sin embargo, su hermano Menelao, aludió a razones de responsabilidad y honor para hacerle cambiar de opinión y permitir que tal sacrificio se realizase. ¿ Qué pensarían de ellos los caudillos de Grecia si después de tantos años y tantos esfuerzos, ahora que por fin se disponían a saquear Troya y repartirse el botín, el promotor del ejército, Agamenón, decidía acabar con la expedición por un motivo personal?.
Ciertamente estaba metido en un aprieto, por lo que cambiando la opinión, prefirió sacrificar a su hija y ganarse el odio de su mujer que granjearse las iras de los otros reyes.
Para traer a Ifigenia de Micenas hasta el Áulide sin levantar sospechas contaron con la astucia de Ulises, que se presentó en el palacio de Agamenón reclamando, ante su madre, a Ifigenia, para casarla con, ni más ni menos, Aquiles, que nada sabía de esta argucia. Para Clitemnestra, la madre de Ifigenia, una boda con Aquiles era algo que ni siquiera habría alcanzado a soñar, por lo que no puso ningún inconveniente en que esta se celebrara. Sin embargo, no veía porqué tenían que casarse con tal premura, lejos de Argos y con una guerra en ciernes. Ulises, que tenía una respuesta para todo, le recordó la soberbia de Aquiles. Éste había impuesto a Agamenón una sola condición para alistarse: casarse con una hija suya y así tener derechos sobre el trono de Micenas. Agamenón había accedido, pero la tropa estaba ansiosa por embarcarse y la boda debía celebrarse con premura.
Clitemnestra no puso más reparos y Ulises marchó camino de Áulide con su preciosa carga.
Agamenón preparó una gran hecatombe, que es como ellos llamaban a los sacrificios, invitando a ella a los principales caudillos de su ejército. Empezaron los sacrificios y cuando de repente presentaron ante el altar a Ifigenia empezaron a preguntarse qué demonios estaba pasando. No había tiempo de reacción para disuadir a Agamenón del horrible crimen y, para pasmo de todos, la doncella fue sacrificada de un certero hachazo y ante la mirada impertérrita de su padre.
Súbitamente, el cielo se oscureció, las ramas de los árboles se movían con violencia, en fin, el viento, con más furia que nunca, había regresado. Todos se olvidaron de Ifigenia y se aprestaron a dirigir sus respectivas tropas hacia las naves. Había llegado el momento de zarpar.
Así, el rey , temiendo que la explicación dada por sus caudillos fuese cierta, consultó a su mejor adivino, Calcante, sobre cual podía ser el motivo de que el viento hubiera cesado de tal manera. No le gustó la respuesta de Calcante: en efecto, los Dioses estaban irritados con Agamenón, pero no por luchar contra los Troyanos, sino porqué en una cacería durante su estancia en Áulide mató a una cierva que era propiedad de los Dioses y para colmo, se regodeó de ello. Si quería ser perdonado por tal afrenta solo había un medio, hacer un sacrificio, pero un sacrificio especial: debía ofrecer a los Dioses a su hija Ifigenia.
La primera reacción de Agamenón fue licenciar la tropa y salvar a su hija, ya que no estaba dispuesto a llegar hasta este extremo para satisfacer sus ansias de poder. Sin embargo, su hermano Menelao, aludió a razones de responsabilidad y honor para hacerle cambiar de opinión y permitir que tal sacrificio se realizase. ¿ Qué pensarían de ellos los caudillos de Grecia si después de tantos años y tantos esfuerzos, ahora que por fin se disponían a saquear Troya y repartirse el botín, el promotor del ejército, Agamenón, decidía acabar con la expedición por un motivo personal?.
Ciertamente estaba metido en un aprieto, por lo que cambiando la opinión, prefirió sacrificar a su hija y ganarse el odio de su mujer que granjearse las iras de los otros reyes.
Para traer a Ifigenia de Micenas hasta el Áulide sin levantar sospechas contaron con la astucia de Ulises, que se presentó en el palacio de Agamenón reclamando, ante su madre, a Ifigenia, para casarla con, ni más ni menos, Aquiles, que nada sabía de esta argucia. Para Clitemnestra, la madre de Ifigenia, una boda con Aquiles era algo que ni siquiera habría alcanzado a soñar, por lo que no puso ningún inconveniente en que esta se celebrara. Sin embargo, no veía porqué tenían que casarse con tal premura, lejos de Argos y con una guerra en ciernes. Ulises, que tenía una respuesta para todo, le recordó la soberbia de Aquiles. Éste había impuesto a Agamenón una sola condición para alistarse: casarse con una hija suya y así tener derechos sobre el trono de Micenas. Agamenón había accedido, pero la tropa estaba ansiosa por embarcarse y la boda debía celebrarse con premura.
Clitemnestra no puso más reparos y Ulises marchó camino de Áulide con su preciosa carga.
Agamenón preparó una gran hecatombe, que es como ellos llamaban a los sacrificios, invitando a ella a los principales caudillos de su ejército. Empezaron los sacrificios y cuando de repente presentaron ante el altar a Ifigenia empezaron a preguntarse qué demonios estaba pasando. No había tiempo de reacción para disuadir a Agamenón del horrible crimen y, para pasmo de todos, la doncella fue sacrificada de un certero hachazo y ante la mirada impertérrita de su padre.
Súbitamente, el cielo se oscureció, las ramas de los árboles se movían con violencia, en fin, el viento, con más furia que nunca, había regresado. Todos se olvidaron de Ifigenia y se aprestaron a dirigir sus respectivas tropas hacia las naves. Había llegado el momento de zarpar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)